viernes, 29 de noviembre de 2013

No reciclable

Aún recuerdo cuando me llamaron de Radio 9 para una pequeña entrevista con motivo de "Sin Miedo", la exposición que  inauguraba en Calpe (Alicante). Con aquellas tres presentadoras, que estaban al frente de un magazine de tarde muy entretenido, pasé un rato de charla muy divertido, sobre todo cuando, entre risas, intenté explicarles de donde venía el nombre de Gatoto (eso de "toto" no les terminaba de cuadrar) . Tuve la gran suerte de participar en aquello como otros tantos la habrán tenido, en ese y en otros programas de la que, hasta ayer, formaba parte de la potente Radio Televisión Valenciana, que, de un plumazo, se ha quitado de enmedio el gobierno de la Generalitat Valenciana. Esto no es más que una muestra más de la impunidad con que hacen y deshacen los políticos de nuestro país, poniendo a su servicio, con una facilidad pasmosa, todo el apoyo legislativo que requieran  y, haciendo patente de nuevo la falta de originalidad, creatividad y recursos de que disponen a la hora de solucionar una situación presuntamente insostenible que ellos mismos han generado durante tiempos de bonanza económica.
Vaya desde aquí todo mi apoyo y energía positiva para los grandes profesionales de la Radio Televisión Valenciana.

¡¡FUERZA, ÁNIMO Y MUCHA SUERTE!!

lunes, 25 de noviembre de 2013

Biolencia

Intento imaginar un mundo sin violencia y me cuesta bastante trabajo hacerlo pero, no por ello, pierdo la esperanza. Observo el comportamiento de los animales y compruebo que nosostros, los humanos, también recurrimos a la violencia instintivamente, de alguna u otra forma, y lamentablemente la usamos, en un alto porcentaje de las ocasiones de conflicto, como el primer y único recurso. Y es que la violencia no se aprende, viene de serie; por eso la he rebautizado como Biolencia. Sería ideal poder desaprenderla y poner en su lugar, llenando el enorme hueco que dejaría, a la paciencia, el respeto y la paz. Paciencia para dejar que las aguas se calmen antes de cruzarlas, respeto para aceptar lo que no compartimos y paz para que todos vivamos mejor. 
Está en nuestras manos, si es que realmente somos seres pensantes, debatir, antes que pelear, cuando surge la discrepancia, y tener la suficiente generosidad como para facilitar a nuestro “adversario/opositor” exponer, con claridad y el tiempo que necesite, todo aquello que considere oportuno para la defensa de sus ideas. Tenemos que esforzarnos en entender que esa persona que tenemos enfrente, la mayoría de las veces, no pretende o ha pretendido, con sus actos o palabras hacernos daño y, en la medida de los posible, hay que frenar la mente para que todo vuelva a su cauce. La naturaleza es sabia y todo lo cura. Y, sobre todo, no escatimemos en gastos, derrochemos amor, que nunca caerá en saco roto.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Pirateando


Al grito de “La cultura es de todos” y “¡¡¡Un mojón muy grande para las multinacionales discográficas!!!” he irrumpido esta misma mañana, al más puro estilo Sánchez Gordillo, en unos grandes almacenes del centro de Sevilla. Ya desde el primer momento me he convertido en el centro de todas las miradas, sobre todo las de los dos “seguratas” que rápidamente han enfilado sus pasos hacia mi posición, que se encontraba en la popular sección de música actual, en todo el medio del departamento de música. Con los bolsillos de la gabardina llenos de cedes y cinco discos de vinilo debajo de cada brazo, he conseguido esquivarlos durante unos segundos pero, justo cuando estaba apunto de escapar, cuatro guardas, como cuatro torres de castillo, me han bloqueado la salida. Por más que les he repetido el eslogan con el que iniciaba esta arriesgada misión, ése de que  “La cultura es ...”, me han hecho devolver todo y salir del establecimiento con poco menos que un “¡¡no se te ocurra volver más por aquí, so enteraillo!!.

Arruinada esta primera empresa, he pasado al segundo punto de la lista, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Allí, por unos días, se expone el Guernica de Picasso. Tal vez sea por eso por lo que no me han dejado pasar las tijeras que llevaba en el bolsillo de atrás del pantalón, pero, bueno, aún me quedaban recursos. Me he dirigido directamente a la sala donde se exhibía tan magna obra y, cortaúñas en mano, me he acercado al inmenso lienzo, concretamente a la esquina inferior derecha y, una vez más al grito de “La cultura es de todos”, me he dispuesto a cortarle un trocito del tamaño de los típicos relicarios de santo pero ¡¡lástima!! justo cuando iba a proceder, una autentica patada voladora, de patente china (que en estos casos si que suele ser sinónimo de auténtica y verificada calidad extra), me ha bloqueado y desplazado a casi cinco metros de la obra de arte, concretamente, y para ser más exactos, fuera del recinto de la exposición.

No conforme con esta sucesión de fracasos, y sin perder el ánimo en ningún momento, de camino a casa he pasado por uno de esos quioscos donde la cultura está tan a mano que casi cuesta pagarla y, bueno, así lo he hecho, he cogido dos tomos de un coleccionable de nuevos autores del siglo XXI, una revista sobre punto de cruz y los tres últimos fascículos de “monta tu propio Ferrari a escala real”. Como andaba tan concentrado seleccionando bienes culturales, se me ha olvidado gritar el socorrido eslogan de “La cultura es ...” y tal vez haya sido por eso por lo que el dueño del puesto no se ha percatado de mi hazaña hasta pasados unos segundos, tiempo suficiente como para darme alcance y solicitarme de forma sutil, con la ayuda de un buen bastón de madera de manzano, que soltara todo lo que, según él, acababa de robarle.

Todo esto me ha hecho pensar sobre el tema y me da la impresión de que estoy un tanto equivocado al respecto. Tal vez haya gente que valore su trabajo artístico e incluso intente vivir de él y, por tanto, espere algún tipo de contraprestación a cambio del mismo y del trabajo que ha dedicado a su consecución. A lo mejor, adueñarme de lo que no me regalan es robar.