jueves, 25 de abril de 2013

Maquinitas

Cuando era pequeño, mis actualizaciones a nivel de tecnología de consumo dependían directamente del bolsillo/generosidad de mis padres y de cual hubiera sido la última novedad electrónica, con la que nos había puesto los dientes largos la buena de Samanta (hija de un exitoso comerciante del ramo) que casi todos los meses nos deslumbraba con una "maquinita"* nueva. Alternaba, en aquella pasarela tecnológica improvisada en que se convertía el patio del colegio, las primerísimas consolas de bolsillo de Nint..., los miniteclados digitales de Cas..., etc. Por aquel entonces, aguardaba impaciente mi oportunidad de poder disfrutar, aunque fuera solo por un ratito, del préstamo de alguno de esos pequeños y deslumbrantes aparatos que Samantha nos dejaba tan generosamente. Pero lejos de conformarme tan solo con haber saciado mi joven curiosidad, aquello no era más que el inicio de un periodo de ansiedad que solía terminar en mi cumpleaños, onomástica o reyes magos, cuando llegaba a mis manos, en forma de regalo, alguno de estos juguetes tan esperados.
Ahora, después de unos cuantos años, y alguno que otro más, aquel periodo ansioso de antaño se ha vuelto del revés; ahora cuento aterrorizado los segundos que quedan hasta la llegada del último modelo de teléfono inteligente (smartphone, para los más avezados), tengo pesadillas en las que dos o tres actualizaciones de software, con traje de camuflaje, me amenazan apuntándome con metralletas mientras me obligan a que las instale en el ordenador, o entro en estado profundo de shock cada vez que rediseñan la pantalla principal, y aledañas, de mi servidor de correo electrónico.
Por más imaginación y buenas intenciones que le eche al tema, no creo que vislumbre, ni de lejos, cual será el paisaje tecnológico del futuro pero ojalá volvamos a ser más analógicos.

(*) Así era como los niños llamábamos a las pequeñas consolas digitales de juego.

lunes, 15 de abril de 2013

La Calle de la CRISIS

Esta viñeta está dedicada, con todo mi cariño y apoyo, a los que lo están pasando mal en esta dichosa crisis (un verdadero infierno para muchos) de la que espero que salgamos ya, de una vez por todas. También se la dedico a todos los que, como dice mi padre, de la mierda hacen estiercol y luchan hasta que no pueden más, haciendo patente ese instinto de supervivencia que guardamos en lo más profundo de nuestro ser. Un fuerte abrazo a todos y mucha alegría para los que pueden y se aventuran a ir a la Feria de Sevilla, con la que está cayendo (a parte de la situación económica, los 31ºC que hay ahora mismo en la calle) ¡¡A disfrutar de la vida, que son dos días!!