domingo, 8 de junio de 2014

Republicando


 Si la bola de cristal que compré hace unos días en el chino no me falla, esto es lo que va a pasar dentro de unos minutos en el Paseo de la Castellana, de Madrid, durante el desfile de las Fuerzas Armadas. El, de momento, Rey Juan Carlos I preside el acto desde el palco, junto al que, en unos días, podría ser su sucesor. Ya han pasado delante suya camiones, aviones, carros de combate, barcos, soldadas, soldados, más aviones, helicópteros, la cabra de la legión y ahora solo falta que salte desde el Hércules, que sobrevuela desde hace un rato la avenida, el paracaidista con la bandera de España. ¡¡Ya lo ha hecho!! Pero ¡¡andando!! la que ha desplegado es la bandera tricolor, bestialmente grande. De repente se hace el silencio en la calle, las columnas militares se detienen de golpe, el Rey mira a todos los lados buscando al culpable de tal ultraje, mientras que el príncipe se hace con el micrófono, guiñándole el ojo al técnico de sonido, que pincha a todo volumen “¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?” de Alaska y Dinarama. Leticia empieza a moverse al ritmo de la música, como una posesa, sin soltar de la mano a las pequeñas Leonor y Sofía que saltan como locas. El público empieza a bailar y a cantar a coro la canción, hasta que el paracaidista toma tierra justo delante de Felipe, que agarrando una de las esquinas de la inmensa enseña republicana caída del cielo, se dirige a la nación al más puro estilo Flores: “¡¡Si me queréis, votadme!! Nos vemos en el referéndum, españoles”.