Llevo dos días desmontando la Navidad. La otra noche, nada
más pasar los Reyes Magos, me hicieron desinflar, yo solito, el globo de la
ilusión. Me dijeron que lo metiera, convenientemente plegado, en la caja fuerte
hasta el año que viene, que ya lo sacarían a mediados de octubre. Luego me
pusieron a doblar las buenas intenciones y me dijeron que las pusiera junto con
los mensajes de amor, en el mismo cajón donde ya estaban guardadas las
felicitaciones. Recoger todas las sonrisas infantiles y meterlas en una gran
tartera me llevó bastante tiempo, casi el mismo que tardé en recopilar y
clasificar, para después almacenar en un gran armario, todos los sueños. Ahora,
con toda la Navidad bien recogidita ya, me han puesto a desembalar la ansiedad,
a colgar las prisas y a pegar por las paredes miles de carteles impresos con la
palabra REBAJAS.
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