Si la bola de cristal que compré hace unos días en el chino
no me falla, esto es lo que va a pasar dentro de unos minutos en el Paseo de la
Castellana, de Madrid, durante el desfile de las Fuerzas Armadas. El, de
momento, Rey Juan Carlos I preside el acto desde el palco, junto al que, en
unos días, podría ser su sucesor. Ya han pasado delante suya camiones, aviones,
carros de combate, barcos, soldadas, soldados, más aviones, helicópteros, la
cabra de la legión y ahora solo falta que salte desde el Hércules, que
sobrevuela desde hace un rato la avenida, el paracaidista con la bandera de
España. ¡¡Ya lo ha hecho!! Pero ¡¡andando!! la que ha desplegado es la bandera
tricolor, bestialmente grande. De repente se hace el silencio en la calle, las
columnas militares se detienen de golpe, el Rey mira a todos los lados buscando
al culpable de tal ultraje, mientras que el príncipe se hace con el micrófono,
guiñándole el ojo al técnico de sonido, que pincha a todo volumen “¿Cómo
pudiste hacerme esto a mí?” de Alaska y Dinarama. Leticia empieza a moverse al
ritmo de la música, como una posesa, sin soltar de la mano a las pequeñas
Leonor y Sofía que saltan como locas. El público empieza a bailar y a cantar a
coro la canción, hasta que el paracaidista toma tierra justo delante de Felipe,
que agarrando una de las esquinas de la inmensa enseña republicana caída del
cielo, se dirige a la nación al más puro estilo Flores: “¡¡Si me queréis,
votadme!! Nos vemos en el referéndum, españoles”.
1 comentario:
¡Magnífico!
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