martes, 13 de agosto de 2024
Olimpiadas
Pasadas las Olimpiadas, reconozco que las he disfrutado como espectador e incluso me he emocionado porque he aprendido observando, porque valoro el esfuerzo ajeno y puedo apreciar la belleza del deporte en todos sus aspectos, pero me ha entristecido mucho el hecho de que en la mayoría de los medios de comunicación se le de máxima atención y prioridad a los triunfos, por encima de todo lo demás, colocando la competición por delante de cualquier otra cosa, en todo momento y circunstancia. El hecho de competir con otras personas que, de base, nunca serán iguales entre sí, por muy parecidas que sean (física y/o intelectualmente), para conseguir un premio o un reconocimiento, es totalmente injusto porque, a igualdad de esfuerzo personal, siempre ganará quien sea biológicamente más capaz de afrontar la prueba en cuestión y/o tenga más suerte en el momento en que ésta se desarrolle. La sociedad moderna, en general ciega de valores y principios, básicamente reclama entretenimiento y diversión, como también lo hacía la que jaleaba hace siglos a los gladiadores moribundos en el circo romano sin importarles lo más mínimo que se dejaran la vida en la arena manchada de sangre intentando alcanzar la gloria. Quiero imaginar unas mejores olimpiadas, así como el resto de eventos deportivos, donde simplemente se valore la evolución personal, la competición de cada atleta consigo mismo en pro de la mejora continua, la sabiduría y el crecimiento personal, sin ganadores ni vencidos, sin egos ni frustraciones; unos juegos llenos de belleza, paz, alegría, generosidad y cooperación. Creo que los humanos seríamos capaces de hacerlo si nos pusiéramos en ello ¿Lo intentamos?
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